22 abril 2009

Errores

Los errores más garrafales que se cometen son aquellos que implican a la gente que te importa. El resto da igual, tarde o temprano se solucionan. Estos, en cambio, se cronifican. Siempre queda la huella, siempre queda la marca.

No quiero perdones, ni la clemencia que dimane de la más alta misericordia que jamás un ser sea capaz de tener. No me valen ahora los gestos, las palabras, los intentos, la pena, el arrepentimiento, o cualquier otro sublime sentimiento que disimule lo que hice.

Me precipito en una espiral de sentimientos que me gritan a lo más profundo y oscuro de mi alma y la hacen estremecer. Siento una inmensa rabia por no poder clarificar todo y dejar los puntos sobre las putas íes. No quise jugar sucio, y sin embargo, hice trampas.

Lo que más me jode es que aunque pase el tiempo, y aunque todo parezca igual que antes, la cagada que cometí, quedará en el recuerdo de todos los afectados, y tarde o temprano, cual espada de Damocles, caerá sobre mí.

¡Viva la inteligencia!

1 comentario:

Fer dijo...

¡Viva!